De
acuerdo con Tipler y Mosca (2010), el universo se inició con un cataclismo
singular llamado big bang y se
encuentra en expansión. La primera evidencia de esta expansión fue el
descubrimiento por Edwin Powell Hubble de la relación existente entre los
desplazamientos hacia el rojo de los espectros de las galaxias y sus distancias
a la Tierra. Dado que el desplazamiento hacia el rojo es debido al efecto
Doppler, la velocidad de recesión v
de una galaxia está relacionada con la distancia r que nos separa de ella por la ley de Hubble:
v = Hr
donde
H es la constante de Hubble. Según Resnick et
al. (2005), la constante de Hubble tiene las dimensiones de inverso del
tiempo. Su valor puede calcularse sólo mediante experimentos: hay que deducir
en forma independiente la distancia entre una galaxia y la Tierra, así como la
velocidad en relación con ella. La velocidad rececional puede medirse
fácilmente usando el corrimiento Doppler de la luz proveniente de la galaxia,
pero la escala de distancias es difícil de determinar (de hecho, las primeras
estimaciones de Hubble se equivocaron con un factor de 10). La figura 1 ofrece
un ejemplo de datos más recientes que confirman la ley de Hubble y dan una
serie de valores de su parámetro. El mejor conjunto de datos actuales da un
valor de
H = 72 (km/s) / (Mpc)
donde
Mpc (megaparseg) es una unidad con que suele medirse la distancia de la escala
cósmica.
Figura 1. Relación entre
velocidad y distancia en grupos y conglomerados de galaxias. Las líneas rectas
indican las relaciones de Hubble con varios valores de su parámetro H.
Así que todas las galaxias se están alejando
de nosotros y, cuanto más lejos están, más deprisa se alejan. ¿Qué significa
este desconcertante fenómeno? ¿Acaso es nuestra galaxia el centro del universo,
y todas las demás se alejan de nosotros por alguna extraña razón? En absoluto.
Los datos experimentales de velocidades relativas entre galaxias nos muestran
que, el mismo fenómeno que observamos desde nuestra galaxia, se observaría
desde todas las demás. Si nos situáramos en cualquier galaxia del universo, podríamos
ver que, desde ella, son todas las demás las que se están alejando. Desde
cualquier galaxia observaríamos el mismo patrón de corrimientos hacia el rojo
que desde la nuestra. La explicación más satisfactoria de este fenómeno, y en
la que están de acuerdo en la actualidad la inmensa mayoría de los científicos,
es que todo el universo, en su conjunto, se expande (Luque et al. 2009).
La
radiación de fondo de las microondas cósmicas
Esta
radiación producida a los 380 000 años o a
≈ 10-3 es la huella del Universo caliente de la Gran Explosión y
marca el límite de información cósmica que podemos tener a través de la
radiación electromagnética (Miramontes y Volke, 2013). De acuerdo con Ruiz
(2011), este fondo de radiación fue descubierto de forma casual en 1965 por
Arno Penzias y Robert Wilson, durante un experimento de los Laboratorios Bell
destinado a mejorar las comunicaciones telefónicas en los Estados Unidos (por
este descubrimiento recibirían en 1978 el Premio Nobel).
Las
mediciones de la intensidad de este tipo de radiación en varias direcciones
muestran lo siguiente: presenta una
intensidad uniforme en todas las direcciones; al parecer no proviene de una
fuente particular en el cielo, sino que lo llena totalmente de una modo
uniforme, como cabe esperar de la que llenó el universo primitivo. Con todo,
las observaciones reciente revelan que hay fluctuaciones de temperatura de unos
10-5 K entre diversas regiones del cielo. Estos resultados han sido
interpretados como prueba de la distribución no uniforme de la materia en el
universo primitivo que condujo finalmente a la condensación de las estrellas y
de las galaxias (Resnick et al.
2005).
Figura 2. Arno Penzias (derecha) y Robert Wilson, de
pie frente a una larga antena de cuerno, con la cual fueron los primeros en
detectar la radiación de fondo de microondas.
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